En este artículo hago referencia a dos aspectos fundamentales en el proceso de sanar al “niño interno”
¿Qué es el niño interno? Es un concepto que se refiere a todos los aprendizajes y registros de las experiencias tempranas que tuvieron alguna carga o impacto emocional importante. Es la fuente de todos los miedos irracionales y síntomas. En realidad, en el momento presente, son muy pocos los peligros reales a la superviviencia; la mayoría del tiempo estamos a salvo. Sin embargo, existe una parte de la mente (el niño intero) que vive en el pasado, o bien podríamos decir que vive fuera del tiempo (es atemporal). Algo quedó programado en la infancia más temprana y luego se sigue repitiendo, sin importar cuanto tiempo haya pasado. Por ejemplo, si sufriste una experiencia de abandono, el niño o niña que eras puede haber sentido miedo y dolor, y eso se queda instalado de tal manera que incluso cuando han pasado 30, 40 o 50 años, la posibilidad real o imaginada de ser abandonado, despierta las mismas reacciones de miedo y dolor que cuando niño. Por supuesto, ser abandonado a los 3 o 4 años representa un peligro real a la supervivencia, por lo que es natural que se desencadenen fuertes emociones de miedo y angustia. Sin embargo, el hecho de que ahora eres un adulto y no estás en verdadero riesgo no es registrado por el niño interno. A esto nos referimos con que es atemoporal.
Para qué sirve familiarizarse con la idea del niño interno?
Es una forma de ampliar la comprensión de ti mismo, y además dar un marco de referencia a las emociones, estados anímicos, y comportamientos que a veces parecen no calzar con la parte más “racional” de ti, la cual suele entrar en disputa con las emociones aparentemente sin sentido que puedes sentir en algunas circunstancias.
La idea central es que el niño que vivió experiencias de verguenza, miedo, abandono o privación sigue vivo en la mente, y mientras menos consciente estás de él, más influencia tiene en tu experiencia diaria.
Para sanar al niño interno, un primer paso y principal es el DARSE CUENTA. Llevar la luz de la consciencia (awareness) a la experiencia de sentir dolor, miedo, verguenza o privación, sin tratar de cambiar la propia experiencia, constituye un paso clave y fundamental en la sanación. El darse cuenta, por sí mismo es curativo. Esto siginifica reconocer cuando estás en un estado de miedo, vergüenza, deprivación, shock o inseguridad, y comprender que esos estados no tienen tanto que ver con la circunstancia real en la que te encuentras, sino con las emociones del “niño interno”. En esos momentos lo mejor que puedes hacer es observar lo que sientes en el momento, sin tratar de cambiarlo, sólo nota, siente, y permanece con tu experiencia tal cual como se presenta. Sólo lleva consciencia y permite lo que está pasando.
Otro aspecto fundamental del proceso de sanación del niño interno es lo que en inglés se llama self-parenting, que se refiere al acto de hacer de padre y madre de uno mismo, dando la contención y nutrición de lo MATERNO y la guía, aliento, dirección y soporte de la función PATERNA. Esto no se refiere a un padre o una madre como personas, sino a funciones psicológicas que las puede desempeñar alguien que no necesariamente sea el padre o la madre biológica. Lo que el desarrollo emocional sano requiere es que esas funciones estén siendo cumplidas, y ahora en la vida adulta puedes ser tú mismo quien lo haga. En realidad, SÓLO TÚ PUEDES HACERLO AHORA.